Viernes Santo - Santo Encuentro


 
En 2016 no pudo ser. El inédito encuentro en la plaza de Amboage quedó frustrado por la lluvia. Como aquella mañana, cuando alboree el viernes santo estaremos todavía con el recuerdo en la retina de lo vivido hará apenas unas horas.
Por Arce,  con  paso corto y  mirada perdida, ya llega la Gloria rendida.
A su encuentro Verónica y San Juan, que ya llevan toda la Dolores medida. Con el izquierdo por delante entrará en una plaza de Amboage donde no cabrá ni un alma. Pasitos cortos, izquierdos del trono a la espera de un hombre que se vence bajo el pesado madero.
Se viene la Gloria y  se viene San Juan con amargura en Su trasera. Al “jefe” le queda mucho día por delante. El aún no lo sabe: con una mirada, con unas palabras, el Maestro le va a decir  que ahí tiene a su Madre y que la cuide, porque ya rendido en la cruz, ya entregando la vida, es en Ella en quien Él piensa y en Juan en quien Él confía. Por eso San Juan ya no abandonará a la Dolorosa en todo el día.
Será ahora cuando veamos por última vez al Hombre. Tres veces lo veremos, tres encuentros antes de marcharse de nuestra vista.  Ahora en apenas unos minutos veremos el derroche de todos esos portadores, de todas esas horas preparándose para la carga. Ahora, es cuando anónimo bajo el capuz, cada uno de los pies de nuestros tronos sabe que hay que apretar los dientes y tragar saliva. Ahora es cuando los pies del jefe saben que hay que apretarse a la madera del banzo y morirse ahí abajo. Ahora es cuando esperamos a la Reina del Viernes Santo, la que con su campana hará el silencio entre la algarabía estruendosa de alrededor. Ahora  es la última vez que vas a ver a la Gloria con vida.  Por eso, con su eterna juventud, cruje el banzo y suda San Juan.
San Juan y su paso firme y juvenil. Como siempre. Hasta que se rompan los tiempos.
Todo se va consumando

VA

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